martes, 14 de febrero de 2017

¿Podremos hacerlo?

Durante los últimos días de la campaña electoral, en el Ecuador,  se han conocido hechos relacionados con la corrupción y con supuestos enriquecimientos de aquellos relacionados con el poder. De igual manera no han faltado quienes protestan por lo sucedido en los  últimos “diez años”.

En mi opinión resulta fundamental reflexionar sobre lo sucedido en los últimos diez años y entender lo sucedido. Así por ejemplo nadie podrá negar que durante muchos años existió un importante crecimiento económico, muchos empresarios y emprendedores obtuvieron  grandes beneficios.  Otros tantos ciudadanos pudieron cumplir su sueño de contar con su casa propia.

Durante este tiempo, tener contratos con el Estado estuvo de moda y muchos aprovecharon de esta posibilidad.  Bajo tales circunstancias,  y seguramente era lo más cómodo,  siempre miraron para otro lado cuando se cometían abusos y arbitrariedades.

El gobernante ofreció meter las manos a la justicia, fuimos pocos los que nos opusimos a ello. Entiendo que  a la gran mayoría no le importó, pues no tenían juicios y la justicia no les resultaba importante. Se entregaron los recursos petroleros a futuro, el silencio fue cómplice, pues al fin y al cabo ello significó el mantener la condición alcanzada.

La educación pública también se vio perjudicada, pero al igual que otros casos, no se dijo nada, pues ya se contaba con los recursos para educar a los hijos en escuelas privadas.  Los pocos que protestaban era encarcelados y ello se justificaba bajo la protección del buen vivir. El silencio generalizado había sido comprado por el régimen.

Los ecuatorianos somos cómodos,  no protestamos ni demandamos ante los abusos del poder cuando ello implica de alguna manera poner en riesgo nuestra posición.  Tememos ejercer nuestros derechos y aún más enfrentar a la autoridad cuando estos son conculcados. Ciertamente exponer públicamente las arbitrariedades es un lujo que pocos se dan.

Cualquier cambio no proviene de la elección de un nuevo gobernante o a través de las leyes que se ofrecen dictar desde la Asamblea. Si deseamos el cambio ello únicamente lo logramos siendo ciudadanos y ejerciendo permanentemente nuestros derechos sin temor y con valentía.  Ello implica exponer al corrupto, decir no a ilegalidad y enfrentar a una sociedad que se ha acostumbrado a la complicidad. ¿Podremos hacerlo?