martes, 10 de febrero de 2015

DOBLE ESTÁNDAR



Siempre he defendido a la libertad de expresión, no considero admisibles las restricciones a la misma y creo que toda persona debe poder  decir lo que piensa o cree sin que en caso alguno se le pueda impedir.  La expresión de las ideas se lo puede hacer a través de cualquier medio o forma. Las palabras,  dibujos o formas de expresión que incluyen  hasta la forma de vestir o presentarse ante otros no puede ser limitada ni por la legislación, ni por quien ejerce el poder ni por la propia sociedad. La censura, como mecanismo previo, es simplemente inadmisible.

Creo que la lucha por la defensa de los derechos humanos debe ser permanente, que ningún derecho puede ser violado bajo ninguna razón y que no existen justificación alguna para ello. Entre tales derechos, se encuentran los del debido proceso, los mismos que deben ser respetados en todo proceso, sea judicial o inclusive arbitral. Estoy convencido que toda persona tiene derecho a ser defendido por un abogado de su libre elección y a no ser discriminada bajo ninguna circunstancia. Por ello, he luchado y defendido tales derechos de manera constante.

Estoy convencido que debe existir ante todo una libre circulación de personas en el mundo, la existencia de visas y otras fórmulas que impiden en la actualidad tal libre circulación, afecta a los derechos relacionados con la igualdad. Creo que antes de promover la circulación en libertad de bienes,  se debe garantizar tal libertad a los seres humanos.

Con seguridad muchas personas coinciden conmigo  en algo de lo antes señalado y otras no, todas están en cualquier caso ejerciendo sus derecho a la libertad de expresión.

Sin embargo, no resulta comprensible que mientras en ciertas circunstancias, por ejemplo cuando el poder impide una publicación u ordena la rectificación del humor,  ciertos personajes defiendan la libertad de expresión y señalen estos hechos como contrarios a este derecho fundamental y que sean estos mismos personajes quienes cuando se desarrolla una campaña que promueve la no violencia contra la mujer pidan abiertamente  a las autoridades que intervengan  y restrinjan el derecho que antes defendieron, pues les parece que el uso de determinadas palabras o símbolos resultan ofensivos, resulta incomprensible (hoy no menciono ni la palabra ni el símbolo con el único fin de no desviar la atención del tema que hoy presento). Ciertamente es contradictorio pretender que el poder actúe de manera distinta frente a situaciones semejantes.

Evidentemente, esta conducta muestra el claro doble estándar con el que se maneja la sociedad en el Ecuador.  Con frecuencia se justifican los hechos arbitrarios de abuso del poder por haber sido ejecutados por un gobierno de determinada tendencia. Así por ejemplo hay quienes justifican las atrocidades de un gobernante pues con ello, se dice, se liberó al país de la guerrilla, pero al mismo tiempo atacan la ausencia de respeto a otros derechos de gobiernos con cuyo pensamiento político no se comparte.  De igual manera, no son pocos los que atacan a jueces y magistrados acusándolos de carecer de independencia e imparcialidad frente al poder, pero que al mismo tiempo buscan en las causas en que tienen interés torcer la voluntad de los juzgadores a través del uso influencias de todo tipo, inclusive económicas. El irrespeto de los derechos, con independencia de la tendencia política de quien los comete, siempre son ilícitos. Torcer el camino de la justicia siempre es reprochable.

De igual manera, no son pocas las personas  en el Ecuador  que se quejan de la existencia de visas y los requisitos que se imponen para viajar a ciertos países del extranjero y recuerdan con añoranza la época en que nada de esto se exigía. Sin embargo, tampoco son pocas quienes pese a oponerse a la existencia de visas extranjeras, reclaman airadamente que a nuestro país se permita el libre ingreso, en general, de extranjeros.

Adoptar una posición definida y clara no siempre es fácil, pero sin duda resulta aún más difícil mantenerla y defenderla. Por otra parte, ser complaciente con las conveniencias del momento parece ser lo más adecuado para sobrevivir y ser “exitoso” al menos en la apariencia.  Mantener un doble estándar, sin embargo, deja mucho por decir de la persona y más aún cuando se trata de la defensa del Derecho y la justicia.