viernes, 28 de octubre de 2016

LA MEDIACION EN PELIGRO

 La Constitución garantiza la solución alternativa de conflictos y entre ellos la mediación y el arbitraje.  Estos mecanismos han  sido aplicados en el país desde hace más de dos décadas, inclusive antes de que se dicte la ley sobre la materia.

En el pasado me he referido a los problemas existentes sobre el arbitraje. Hoy me referiré a la mediación, la misma que se encuentra en grave riesgo debido a prácticas que la desnaturalizan. El origen de las mismas es atribuible en parte a las deficiencias de ciertos mediadores y por otra a profesionales, que con el apoyo de ciertos centros,   se han alejado de prácticas éticas.

Hace algunos meses acudí a una mediación en un centro de la Función Judicial,  aún cuando existía la voluntad de las partes de alcanzar un acuerdo y con ello dar por terminado un conflicto,  la persona que mediaba lo impidió pues en sus palabras únicamente ella podía tomar las decisiones dentro del proceso. 

En otro caso, un abogado resolvió excluir únicamente a un abogado de una las partes de las conversaciones de la mediación  y obligó a ésta a reunirse con el abogado de la contraparte, permitiendo además que tal abogado intimide al indefenso.

De igual manera, aún cuando la Ley reconoce que la mediación se puede realizar a través de mediadores independientes, en la realidad resulta imposible la actuación de los mismos, pues siempre se impone la intervención de alguno de los centros.

Recientemente he llegado a conocer que hoy se simulan mediciones a través de la suscripción de contratos ordinarios  bajo la forma de actas de mediación. Tal práctica permite a que la parte dominante en tales contratos pueda evadir la discusión judicial o arbitral de cualquier diferencia que se presente.  En otras palabras se impone la injusticia privando de la solución del conflicto a una de las partes.

Así mismo,  ciertos centros de mediación han impuesto a los mediadores  un exagerado número de mediaciones diarias  limitando el tiempo de cada  mediación.  En esas condiciones, la solución de los conflictos complicados o con un alto escalamiento resulta en la práctica imposible.


Estas conductas, que  ciertamente podrían ser  hechos aislados,  deben generar  preocupación, pues si se tornan en prácticas habituales terminarán destruyendo este medio de alternativo de  solución de conflictos.