miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL DIABLO ESTÁ EN LOS DETALLES




Con cierta frecuencia escucho a jóvenes abogados  hacer alarde de su trabajo y de la perfección del mismo.  Así, hace no mucho un inexperto  profesional afirmaba con arrogancia que cierto documento de carácter contractual era a prueba de cualquier juicio. En otra ocasión un novato litigante durante semanas anunció que destruiría en una audiencia de estrados a un experimentado profesional.  En mi experiencia este tipo de afirmaciones constituyen por lo general alarmas que anuncian lo opuesto a lo afirmado por estos poco experimentados profesionales.

Así, en el caso de aquel profesional que con arrogancia se refería a su trabajo, olvidó que en los contratos de colaboración empresarial, como el preparado por él, existen elementos que son esenciales como la conmutatividad para garantizar el equilibrio contractual, la imposibilidad en Derecho de pactar la terminación unilateral del contrato, la renuncia a la acción de nulidad y otros detalles de carácter fundamental. Evidentemente, este convenio, suscrito con varias decenas de personas, ha conducido a que las partes deban enfrentar acciones judiciales para resolver las diferencias. No es difícil que en el futuro inclusive se declare la nulidad de los instrumentos y hasta se pueda resolver que en la suscripción y ejecución de los acuerdos existió dolo atribuible al cliente del novato.

Evidentemente los contratos no se elaboran y preparan con el fin de que puedan resistir un proceso judicial, pues ello implica que desde un inicio se reconocería la existencia de un conflicto que tiene como fuente el contrato. Por el contrario,  los contratos se los debe redactar con la visión de que no generarán conflictos y que por el contrario constituirán un garantía para una amigable relación entre las partes.

En el otro caso, el del novato litigante la situación tampoco fue muy distinta. Al momento de exponer su caso lo hizo con la prepotencia propia quien es únicamente capaz de ver el conflicto desde una sola óptica. Olvidó que su contraparte había aportado abundante prueba y fue incapaz de ver que la misma, en detalle aportaba con suficiencia para demostrar la teoría del caso conducido por el experimentado abogado.  Evidentemente, el resultado final fue a favor de éste último quien había expuesto ante los jueces  su caso con la modestia y seguridad propia de quien se fija en los detalles.

Los procesos judiciales se planifican desde un inicio en función de la prueba existente considerando la relevancia de la misma a la teoría del caso. La paciencia y el minuciosidad son cualidades que deben tener los abogados a quienes se les encarga la representación en conflictos.

En la actualidad,  y cada vez con más frecuencia, se ha perdido la capacidad de detenernos para fijarnos en los detalles. Existe una incapacidad para analizar las consecuencias de cada elemento que aportamos en el trabajo profesional. Hoy se busca trabajar sobre modelos y plantillas, la originalidad del trabajo legal no siempre es bien vista.  Evidentemente estamos olvidando que el diablo está en los detalles.

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